domingo, 2 de agosto de 2009

La conciencia histórica

... cuanta pululación española y progresista en las grandes páginas del periódico, bajo la austeridad gótica de su cabecera, la novela de mi tiempo contada por entregas, lo que iba pasando cada día, la historia de España, que me llegaba asordada y un poco tardía, porque había despertado yo de pronto a algo así como la conciencia histórica, la noción de presente, lo que estaba pasando, y había hecho ese descubrimiento elemental y esencial de que la historia está ocurriendo en torno, de que la catedral del tiempo se erige a nuestro alrededor, algo así como la pasión política y la pasión aventurera al mismo tiempo.
Los helechos arborescentes. Francisco Umbral.
Cómo dijo una amiga sevillana en Valdelavilla, Sí pero ... como escribe el tío, refiriendose a Umbral.
Pienso en lo positivo que sería que fueramos conscientes de la importancia de la consciencia histórica. Creo que para la educación debería ser uno de los fundamentos, a partir de él la enseñanza de la historia, de la filosofía, de la literatura y también de las ciencias, nos haría conscientes que somos lo que somos porque vivimos con/en esa historia, esa filosofía, esa literatura y esas ciencias. Recogiendo información sobre la conciencia histórica me he encontrado con este interesantísimo sitio, y en el documento sobre "conciencia histórica" he encontrado este párrafo del historiador Joaquín Fernandois.
Lo que ha pasado hasta el momento en la historia moderna es que cuando aparece algo con mucha fuerza que anuncia algún cambio drástico, crece una conciencia paralela que es una resistencia a esa transformación. Creo que el hombre está ante un desafío que en parte lo va a responder agudizando la conciencia histórica por otros caminos. El peligro de que la conciencia histórica pueda perecer nos va a hacer más cuidadosos con ella. La idea de que hay un cambio, de que venimos de un pasado es algo fundamental para construir el futuro. Por ello es necesario que sobreviva la conciencia histórica. En ese sentido, el conocimiento que se tiene de fragilidad de la historia puede ayudar a una continuidad, a aguzar los sentidos sociales y cívicos del ser humano. La pérdida de la conciencia histórica tiene que ver también con lo que se denomina el malestar con la política, que crea indiferencia y deja a la política desnuda en manos del poder. Quizás el desafío final de la modernidad sea intentar un equilibrio entre la visión cíclica y la visión lineal de la historia. En lo humano todo perece, pero más allá del muro impenetrable del misterio, puede existir un sentido.
A partir de la conciencia histórica, entonces, podemos definir nuestra propia historia.

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