A la hora de analizar nuestra vivencia de la SI, se parte con un handicap importante, la injustificada separación entre cultura científica y cultura humanista, que Fernando Savater plantea acertadamente en el libro “El valor de Educar”.
Pero ¿qué son las humanidades? Supongo que nadie sostiene en serio que estudiar matemática o física son tareas menos humanistas, no digamos menos “humanas” que dedicarse al griego o a la filosofía. Nicolás de Cusa, Descartes, Voltaire o Goethe se hubieran quedado pasmados al oír hoy semejante dislate … Según se dice, las facultades que el humanismo pretende desarrollar son la capacidad crítica de análisis, la curiosidad que no respeta dogmas ni ocultamientos, el sentido de razonamiento lógico, la sensibilidad para apreciar las más altas realizaciones del espíritu humano, la visión de conjunto ante el panorama del saber, etc. Francamente, no conozco ningún argumento serio para probar que el estudio del latín y el griego favorecen más estas deseables cualidades que el de las matemáticas o la química… La razón conoce y reconoce sus límites, no su omnipotencia.
Es necesario alcanzar una nueva comprensión de lo que nos rodea como un todo en el que, para comprender sus partes, es necesario estudiar su interrelación con el resto de los fenómenos, como nos recuerda Fritjof Capra partiendo de la filosofía oriental. De esta manera comprenderíamos mejor porqué ocurre lo que se plantea en el libro de Katz
… durante las décadas centrales del siglo XX, las virtudes adecuadas para el desarrollo de la máquinas (orden productivo, eficiencia, control, dinámica de anticipación) se convirtieron también en las virtudes sociales preponderantes”. Ha presenciado un cambio desde esos valores previos hacia “la movilidad, la flexibilidad, la capacidad empresarial, lo prescindible y una voluntad de disolver los vínculos sociales en la lucha por la ganancia material.
Siguiendo con el análisis de la interrelación entre máquinas y sociedad, para mí fue revelador reconocer como la asunción de la incertidumbre como un hecho inevitable, se produce paradójicamente en el ámbito social previamente al ámbito tecnológico. En este sentido me gustaría incluir aquí las reflexiones del profesor Nelson Medinilla, gracias al que creo que he llegado a comprender las bases e implicaciones de los nuevos paradigmas del desarrollo del software.
En este documento, Medinilla analiza el origen y evolución del desarrollo del software desde un punto de vista filosófico. Si se obvian los conceptos puramente tecnológicos su lectura es totalmente accesible y seguro que llega a ser divertida. Además la mayoría de razonamientos y conclusiones aplicados, por el profesor Medinilla, al desarrollo software serían directamente aplicables a otros áreas de conocimiento. Como por ejemplo el siguiente párrafo.
Los fundadores de la ingeniería de software tomaron como modelo las ideas contenidas en el “Discurso del método para dirigir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias”, escrito por Descartes y publicado en 1637. A fin de cuentas, Descartes también se había propuesto eliminar la confusión en su mundo mediante una explicación racional y científica. “Buscando desesperadamente la verdad indubitable, el firme asidero, la certeza absoluta, Descartes descubre que las matemáticas poseen esos rasgos que él está deseando para sus ideas vitales e intenta darle a la filosofía el mismo grado de exactitud de las matemáticas utilizando el mismo modelo. Su fe filosófica es una fe matemática, en definitiva una fe absoluta en la razón humana.
saludos
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