miércoles, 12 de noviembre de 2008

La magia de escribir

Acabo de leer el libro de Jose Antonio Marina y María de la Válgoma "La magia de escribir". Lo he leido, como casi todos los libros que he leido de Marina, con la idea principal de que me pueden venir bien para la educación de mis hijos, y este también porque me podría venir bien para escribir mejor... por ejemplo en este blog. No es una guía técnica de escritura, si no más bien un ensayo filosófico sobre la creación. Con su lectura me han surgido muchas reflexiones, pero una la quiero volcar aquí, y es que como jefe de proyecto de desarrollos informáticos me planteo hasta que punto el hecho de llevar a cabo un proyecto es un acto de creación, o debería serlo.
En la introducción del libro se dice: “Crear es hacer que algo valioso que no existía, exista.” Y al final del libro plantea “…todos los procesos creadores se desarrollan en tres etapas: la formación del proyecto, los procesos de búsqueda y las actividades de evaluación”.





En el libro se le da mucha importancia a las actividades de evaluación, es decir se puede tener una buena idea, buscar las posibles soluciones para llevarla a cabo, pero no se tienen buenos criterios de selección no se llegará a finalizar una buena obra. Creo que el hecho de no tener buenos criterios de evaluación plantea que se cometan muchos errores en la gestión de proyectos, en la mayoría de los casos motivados por las prisas con la que se acometen… 

sábado, 8 de noviembre de 2008

El yo en la Sociedad de la Información

El problema del "yo" en la sociedad de la información está planteado desde el inicio del ser humano como tal, ya que es el problema del ser humano en sociedad, siendo los seres humanos intrínsecamente sociales. Somos híbridos de neurología y cultura. En este sentido hay que tener en cuenta, como los filósofos de la ilustración ya señalaban que “Nadie se une para ser desdichado”, y como en la constitución de los revolucionarios de 1789 se plantea alegremente “La meta de la sociedad es la felicidad común.”

Ahora lo que está en cuestión es el objetivo, que estamos definiendo entre todos, para la sociedad red. El problema se traduce entonces en si la sociedad informacional sirve para la armoniosa realización de las dos grandes motivaciones humanas: el bienestar y la ampliación de posibilidades, o si entra dentro de lo que plantea Jose Antonio Marina como modelo de sociedades estúpidas, “… en las que las creencias vigentes, los modos de resolver conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida, disminuyen las posibilidades de las inteligencias privadas.” En la obra de Castells se plantea que en la sociedad informacional, los que estén dentro de la red dispondrán de todas las ventajas para realizar las motivaciones humanas anteriormente planteadas, y los que se queden fuera, no dispondrán de la capacidad para conseguir bienestar y sobre todo no podrán ampliar las posibilidades, porque al ser global, es únicamente dentro de la sociedad red donde estas posibilidades se pueden desarrollar.


En cualquier caso, las metas que se definan tanto dentro de la sociedad red como en las sociedades “excluidas” pueden estar equivocadas, por ejemplo creando mitologías a las que se sacrifica los derechos individuales, la felicidad del ciudadano. Hasta ahora la Nación, la Raza, el Partido, la Iglesia, el Bien Común, como abstracción, se han erguido como marco supremo que acaba destruyendo a los ciudadanos. Dentro de la sociedad red aparecen nuevos mitos, como el beneficio económico inmediato (quizás más materia que mito, pero mito desde el punto de vista social) o como la “imparable” evolución tecnológica. Un fracaso en cualquiera de los sistemas que estoy tratando, puede darse por exceso o por defecto, el exceso es la tiranía, que el miedo hace que sea aceptada gustosamente por la sociedad y el defecto es la anarquía, que suele llevar a la tiranía por compensación.

En el ensayo de la UNESCO “Hacia las sociedades del conocimiento”, se intenta resolver el conflicto entre dentro y fuera de la sociedad red. El principal problema es que se perpetúe una economía del intercambio desigual del conocimiento, ya que el conocimiento es por excelencia lo que debe propiciar la autonomía y contribuir a la creación de capacidades. También ocurre que, como plantea Castells, dentro de la sociedad red las ideologías pierden su fuerza, pero es cierto que los que están fuera se pueden radicalizar, pero creo que no al nivel que se radicalizaron en el siglo pasado, lo que provocó la segunda guerra mundial. En este sentido el mensaje más importante del estudio de la UNESCO, en línea con la obra de Castells, lo voy a exponer parafraseando a Steve Jacobs cuando hablaba de la empresa en Internet. O la sociedad red acaba siendo integradora de todas las culturas y conocimientos, o no será.

¿Tendrá el ser humano la capacidad de resolver estos problemas? Recurro otra vez a Jose Antonio Marina cuando plantea que a lo largo de la historia, “…normalmente se llega a terminar un problema pero pocas veces a resolverlo… Por eso la historia humana continúa siendo el libro de cuentas de un matadero, como siempre ha sido: este empecinamiento es un cruel fracaso de la inteligencia.” Surge la pregunta si esto ha sido así porque el ser humano ha estado más pendiente de “hacer historia” que de resolver los problemas. Para seguir en este punto y acercarnos al fondo de la cuestión del “yo” en la sociedad de la información, sólo nos queda la filosofía o la ausencia absoluta de ella (que no deja de ser otro tipo de filosofía) representada por E.M. Cioran en “Desgarradura”

Decididamente, no hay salvación mediante la historia. Ésta no es, en absoluto, nuestra dimensión fundamental; sólo es la apoteosis de las apariencias. ¿Será posible que, una vez que nuestra carrera exterior se haya abolido volvamos a encontrar la naturaleza que nos es propia? El hombre post-histórico, ser completamente vacante, ¿será apto para encontrar en sí mismo lo intemporal, es decir todo cuanto ha sido ahogado en nosotros por la historia? Únicamente cuentan esos momentos nuestros que ella no ha contaminado. Los únicos seres que están en condiciones de entenderse, de comulgar realmente entre sí, son los que se abren en este tipo de momentos... A lo que no puede ser captado sólo se acercan las hazañas interiores, sólo ellas tienen acceso, aunque sólo sea durante un segundo, un segundo que pesa más que todo el resto, incluso más que el propio tiempo.

Sólo el más grande de los “pesimistas” puede captar tan alegremente y de una manera tan poética el fondo del ser humano. Lo planteado por Cioran se podría resumir en la cita de Ricardo Bofill, introductoria del apartado dedicado a la Arquitectura del Fin de la Historia de la obra de Castells: “Nómoda sigo siendo un nómada”. No estoy convencido de que, como cree Fukuyama, hayamos entrado en “el fin de la historia”, pero de alguna manera la intuición me dice que el ser humano, es decir el “yo”, necesario para afrontar los retos planteados por la sociedad red tiene mucho que ver con ese ser completamente vacante.